ADICCIÓN A SUSTANCIAS QUÍMICAS: ¿ENFERMEDAD PRIMARIA O SÍNTOMA PSICOANALÍTICO?

Elementos que dificultan un acercamiento en el entendimiento el primer obstáculo: la caracterización de la adicción

El primer obstáculo que aparece al momento de intentar entender que no se haya avanzado en el acercamiento entre las aproximaciones médica y psicoanalítica en torno a este tema, es la forma en que se caracteriza el fenómeno de la adicción. La síntesis realizada en el apartado anterior remite a una definición a nivel descriptivo de la adicción que no parece dar buena cuenta del fenómeno. Las dificultades involucradas en esa definición se hacen claras al tenerse que hablar de que tiende a mantenerse una conducta a pesar del daño, y de que en algunas circunstancias se produce una sensación subjetiva de falta de control. Estas expresiones, que aluden a una falta de precisión e incluso ambigüedad en la definición, se hacen necesarias debido a que efectivamente la conducta adictiva y la sensación subjetiva asociada a ella pueden tener grandes variaciones dependiendo de las circunstancias. La experiencia clínica muestra que muchos sujetos que han desarrollado una adicción pueden no tener una conducta de búsqueda de la sustancia o de pérdida de control sobre el consumo de ella, o de sufrir consecuencias adversas, durante períodos importantes de tiempo. La existencia de estos periodos en la historia de consumo del sujeto es algo observable comúnmente, y suele producirse luego de episodios de consumo que han tenido consecuencias graves para el sujeto o su entorno, o en situaciones de vida que por alguna razón se hacen menos compatibles con el consumo.

Es decir, la experiencia muestra que el sujeto sí tiene potencialmente el control sobre su conducta de consumo de sustancias, el cual ejerce vía un acto de voluntad, y sí puede llevar temporalmente una vida en la cual la búsqueda de la sustancia no juegue un rol especial. Son justamente estas las experiencias que el sujeto que es llevado a consultar por terceros significativos se esmera en resaltar al momento de defender la posición de que él sí controla su consumo, al contrario de lo que sus familiares afirman, y que por lo tanto no se hace necesario ningún tipo de ayuda. En esta circunstancia de consulta, el sujeto puede dar una infinidad de ejemplos que corroboran sus planteamientos, ejemplos que los familiares finalmente no pueden desdecir. Y tiene razón. Cuando el sujeto se propone tener control sobre el consumo o la búsqueda de la sustancia, normalmente lo logra. Es esto lo que habitualmente lleva a un desconcierto en los familiares, los que tienden a oscilar entre un creer esperanzadamente en un futuro distinto y una desilusión devastadora. Esta dinámica de ir y venir entre esperanza y desilusión es lo que probablemente explica el largo tiempo que toma el llegar a consultar en estos pacientes, y que hace que finalmente la gran mayoría nunca lo haga (Cunningham y Breslin, 2004).

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