
El plantear que el núcleo de la adicción está en este llamado y no en la conducta o la falta de control sobre el consumo, se acerca a los planteamientos de Rado revisados anteriormente, que aluden a los deseos morbosos y el metaerotismo. Es decir, se acerca a los planteamientos psicoanalíticos que fueron dejados de lado por el valor hegemónico que adquirió la idea de una estructura pre-mórbida para explicar la adicción en el psicoanálisis a partir de la década de 1930. Así, ese momento de la historia se constituye como un punto de inflexión determinante en el entendimiento psicoanalítico de las adicciones que privilegia la búsqueda de las causas psíquicas de ésta, alejándose de un posible puente con la noción médica. Es interesante que Heyman (2009), un autor muy alejado de Rado, tanto teórica como temporalmente, destaque dos elementos de las sustancias adictivas que apuntan en una dirección similar a las ideas del húngaro. Este autor cuestiona las definiciones tradicionales de la adicción, e intenta precisar qué es lo que caracteriza a las sustancias adictivas. Concluye que éstas son: (i) especiosas, (ii) no llevan al feedback auto-inhibitorio connatural al resto de las actividades, (iii) son intoxicantes, e (iv) impiden un análisis costo-beneficio basado en una elección global. De estas cuatro características sólo las primeras dos serían completamente particulares a las sustancias adictivas. Por especiosa se entiende que involucran una recompensa de alto valor debido a la especial cualidad e intensidad de la satisfacción, a que ésta es inmediata y a que los costos son desplazados hacia el futuro. El no llevar a un feedback auto-inhibitorio refiere a que las sustancias adictivas no producen lo que normalmente sí ocurre, es decir, que la recurrencia de una actividad conduce al aburrimiento, a la fatiga o la saciedad, haciendo que el valor de recompensa disminuya. Es decir, según Heyman, la relación adictiva con una sustancia implicaría la búsqueda de una gratificación especialmente intensa y placentera, que no lleva a la saciedad o fatiga, y que hace que su valor de recompensa relativo al resto de las alternativas de gratificación disponibles sea cada vez mayor (2009: 125). Así, el sujeto va quedando cada vez más atrapado en una única forma de gratificación. Estas dos características destacadas parecen apuntar a algo muy similar que las nociones de deseo morboso y régimen farmacotóxico, respectivamente, planteadas por Rado. Es decir, al instalarse una adicción, se produce un llamado especialmente intenso, pero no completamente determinante, a consumir la sustancia en cuestión, y el consumo de ésta va generando un modo de relacionarse con el mundo que distorsiona toda la jerarquía de prioridades del sujeto de manera estable.