ADICCIÓN A SUSTANCIAS QUÍMICAS: ¿ENFERMEDAD PRIMARIA O SÍNTOMA PSICOANALÍTICO?

El tema de las adicciones causó gran interés en el ámbito psicoanalítico en la década de 1920 y comienzos de la década de 1930, en autores como S. Ferenczi, H. Sachs, S. Rado, H. Simmel, E. Glover, O. Fenichel, para luego disminuir la producción de trabajos hasta finales de la década de 1950. La experiencia de los autores incluye, como en el caso de H. Simmel, la estructuración de tratamientos para la adicción en instituciones orientadas especialmente a ese fin (López, 2003). Alrededor del año 1930 hay cuatro artículos que serán muy relevantes para el curso posterior del desarrollo psicoanalítico del tema: dos artículos de Rado, “Los efectos psíquicos de los intoxicantes: un intento de desarrollar una teoría psicoanalítica de los deseos morbosos”, 1926, y “El psicoanálisis de la farmacotimia”, 1933; y dos artículos de Glover, “Sobre la etiología del alcoholismo”, 1928, y “Sobre la etiología de la toxicomanía”, 1932. Rado propone la noción de metaerotismo para destacar que en la adicción a sustancias se produce “un ataque violento contra nuestra organización sexual biológica […] se deja de lado a todo el aparato sexual periférico, como en un ‘corto circuito’, y se permite que los estímulos excitantes operen directamente sobre el órgano central” (1926: 38). Con esto, se eleva los fenómenos tóxico-sexuales “a la posición de un modo independiente de gratificación orgástica” (1926: 47). Al deseo propio de este modo de gratificación le llamará morboso. Es decir, Rado destaca claramente la idea de la adicción como una situación psíquico-somática en la cual se ha generado una independencia de los modos habituales de gratificación y, por lo tanto, del funcionamiento psíquico en general. Esto lo ratifica en 1933, planteando que en la adicción se instala lo que llama un régimen farmacotímico, el cual “sigue un curso definido y restringe de modo creciente la libertad de acción del yo” (1933: 79). Probablemente es esta concepción de la adicción, entendida como un modo de funcionamiento que se independiza de las determinaciones inconscientes, lo que lo hace recomendar, como primera medida terapéutica, retirar la droga totalmente, de preferencia en un hospital y con apoyo psicoterapéutico para evitar los peligros potenciales de violencia y suicidio (López, 2003).

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