
La emergencia de Alcohólicos Anónimos en EE.UU. hizo que el concepto de enfermedad ganara popularidad en la década de 1950. En 1956 la Asociación Médica de EE.UU. apoyó la clasificación del alcoholismo como una enfermedad (Milam y Ketcham, 1983). En 1960 Jellinek, que había impulsado un centro de investigación sobre alcoholismo en la Universidad de Yale, publica The Disease Concept of Alcoholism, donde apoyó el concepto de enfermedad para el alcoholismo, asociado a alteraciones en el funcionamiento celular, aumento de tolerancia del tejido y falta de control o incapacidad de detenerse (Blum, 1991). El modelo de enfermedad se consolida en las décadas de 1960 y 1970, y el llamado modelo de Minnesota es adoptado como modelo de tratamiento en EE.UU.
Esta aproximación a la adicción, o dependencia química, se ratifica en 1992, en el artículo publicado por el Joint Committee of the National Council on Alcoholism and Drug Dependence and the American Society of Addiction Medicine (Morse y Flavin, 1992), donde define el alcoholismo como una enfermedad primaria. Esta definición es producto del trabajo de dos años de un comité multidisciplinario compuesto por veintitrés personas. La definición a la que se llega es la siguiente:
El alcoholismo es una enfermedad primaria, crónica, con factores genéticos, psicosociales y ambientales que influencian su desarrollo y sus manifestaciones. La enfermedad es muchas veces progresiva y fatal. Se caracteriza por falta de control sobre el consumo, intereses centrados en la droga alcohol, uso del alcohol a pesar de las consecuencias adversas, y distorsiones en el pensamiento, especialmente la negación. Cada uno de estos síntomas puede ser continuo o periódico (1992: 1013).