Desde muy temprano en la historia del psicoanálisis, ha habido autores interesados en buscar un entendimiento y una forma de tratamiento de las adicciones. En Freud no existe un abordaje teórico de la adicción a sustancias. Sólo hay alusiones, que tienden a pensar la adicción como efecto de algo que sucede en el plano de la sexualidad. Es así como, en el primer período de su obra psicoanalítica, en una carta a Fliess de 1897 plantea que la adicción a sustancias químicas como el «alcoholismo, morfinismo, tabaquismo, etc.» (Freud, 1897, p. 314) serían simples sustitutos de la que llama la «adicción primordial», es decir, la masturbación (Freud, 1897). En un trabajo redactado dos meses después de esta carta, Freud vuelve a plantear esta idea diciendo que lo que hay a la base del desarrollo de una adicción a sustancias como la morfina, cocaína, clorhidrato, etc. es la falta de una vida sexual normal, ya que «los narcóticos están destinados a sustituir – de manera directa o mediante rodeos – el goce sexual faltante…» (Freud, 1898, p. 268). Algunos años después, en los «Tres ensayos de teoría sexual», relaciona lo que podría ser una «potente motivación intrínseca por beber» (Freud, 1905, p. 165) con una niñez en que el valor erógeno de la zona de los labios estuvo constitucionalmente reforzado. En este caso busca una causa en la historia psicosexual del sujeto que explicaría el sentido de la motivación por beber en exceso. De esta forma, oscila entre situarlo del lado de las llamadas «neurosis actuales», o entenderlo como producto de experiencias del pasado infantil, o sea situado en el campo de las «psiconeurosis». Esta diferencia en la ubicación del fenómeno tiene gran importancia terapéutica, ya que Freud reservaba el uso del método analítico para los síntomas asociados a elementos psiconeuróticos. Es interesante que a pesar de no ser objeto privilegiado de su método de tratamiento, Freud con los años no desestimó la categoría de «neurosis actuales» como parte importante del entendimiento psicoanalítico (Freud, 1925, 1926). Para Freud, un abordaje terapéutico en relación a una neurosis actual debe tomar en cuenta intervenciones que operen sobre conductas relacionadas con la sexualidad del paciente que estarían sosteniendo los síntomas. En la medida que esto se acompañe de un nuevo encauzamiento de las energías sexuales, el éxito de la terapia se aseguraría (Freud, 1898).