Cristián López A.
La preocupación por la motivación a tratarse en el caso de las adicciones se relaciona con dos situaciones dificultosas que se encuentran al momento de abordar el problema. Por una parte, sólo un porcentaje minoritario de la población con problemas de abuso o dependencia consulta en algún momento de su vida (Cunningham & Breslin, 2004). Es así como estudios realizados en EEUU y Canadá calculan que, cada año, entre el 90% y el 95% de las personas con dependencia a alcohol y/o drogas no entra a tratamiento o a grupos de autoayuda (Francés, Miller & Galanter, 1989; Kessleretal., 1994;Nathan, 1995;Price, Cottler&Robins, 1990; Regier, Narrow & Rae, 1993; Sobell, Cunnigham & Sobell, 1996, citados enLandauetal., 2004). Por otra parte, y como una dificultad adicional, en un porcentaje importante del grupo que consulta la motivación a consultar está dada por terceros. Éstos últimos influyen ya sea por vías legales (situaciones judiciales), vías formales (petición del lugar de trabajo o de asistencia social) o vías informales (familares y amigos) (Gerdner& Holmberg, 2000; Gregoire & Burke, 2004; Joe et al., 1999; Polcin & Weisner, 1999; Rush & Wild, 2003; Weisner, 1990, citados en Wild, Cunningham & Ryan, 2006). Ésta situación de falta de motivación de la persona que tiene el problema constituye un desafío a ser resuelto tanto en relación a la entrada a procesos terapéuticos como en la adherencia a ellos, más allá del tipo de tratamiento que se trate.
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