
En la elaboración de los resultados no se siguió un procedimiento algoritmizado realizado según reglas apriori que indicaran cómo proceder. Se siguió la línea de análisis de contenido de Ibáñez (1979), que valida la intuición, experiencia y conocimiento teórico como herramientas de ‘lectura’ de los datos, los que sumados a una constante vigilancia epistemológica que analice las condiciones que mueven a interpretar como se hace, permiten una interpretación y organización de los datos sin perder el ámbito de la subjetividad desde dónde se habla. En este proceso de elaboración se crearon categorías inductivamente, que permitieron vaciar los contenidos de las entrevistas, distinguiéndose elementos comunes y particulares, así como distintos momentos en el tiempo del proceso de decisión. Finalmente se elaboró un mapa de las posiciones discursivas de los sujetos.